Como sonreía
el río
cada vez que sentía la caricia de la brisa mañanerarecostada entre sus verdes riberas.
¿Qué ufano
sé sentía él aspirando el aroma de las flores que crecian en la pradera,
y
mas feliz se veia cuando arrastraba entre su cause aquel remanso de agua clara y transparente inundado de
piedras de colores y de pecesitos de cristales?
Era tanta la
alegría que sentía el rio que hasta le vieron llorar.
¿Y como él
disfrutaba el murmullo de las palmeras
zumbando desordenada Al borde de sus orillas.
Y cuanto lloró de pena,
No valieron sus quejidos ni lamentos,
Cuando las aves vinieron con su estilete de acero y
cercenaron sus entrañas mutilando mas de la mitad de su vida.
Desde entonces
sus lagrimas se empesaron a secar,
y los peces
poco a poco se extinguieron y fue aquella tal vez su primera agonía.
Hoy su cause se ve triste,
y aquel
verde remanso de agua fresca y cristalina sé convirtió de pronto en un inmenso
nido vacío.y yo...
De tanto verlo llorar estoy casi inmunizado.
Fue por eso que decidi alejarme,
Pero un día yo volví a visitar al viejo amigo,
caminé cause adentro y todo estaba vacío,
Allí nada
había;
¿Dónde están
las impolutas palmeras me preguntaba?
Y nadie
respondía.
¿ A donde se
llevaron las piedras de colores el aguas cristalinas y los peces de cristal?
Yo me
quejaba con rabia,
Pero solo el
viento respondía
Era la señal
de que río había muerto.
Autor: R. B. Sánchez C.